El silencio
Eran las siete de la tarde y mientras el sol de mí se despedía, la luna comenzaba a aparecer. Sentado sobre césped recién cortado, observaba a los transeúntes desconocidos ir y venir.
De pronto sin esperarlo y olvidándome de todo el resto, logré divisar a una extraña dama que se me acercaba.
Sin pensarlo se sentó al lado mío y en silencio, permaneció por largo rato.
Ya algo incómodo, con intriga le pregunté su nombre y el por qué estaba allí. Su nombre no pronunció pero señaló a la solitaria y radiante luna.
Dirigí mi mirada al cielo,observé una rápida y fugaz estrella que cruzó por todo el horizonte, entre el miedo y la inesperada situación me olvidé de pedir algún deseo.
Cuando baje mi vista, la mujer seguía acompañándome en un profundo silencio. Aunque no lo creas, a se me había ido todo interés por saber su nombre. Llegué a sentir que la falta de palabras me hacían tan bien que yo también callé.
Aquella tarde solo se pudo oír la brisa que otorgaba el atardecer, nos mantuvimos sin decirnos nada todo el resto de la noche.
Era un silencio lleno de compañía que nos hizo sentir juntos, lejos de la soledad que a veces otorgan las palabras vacías que se pronuncian y oímos, creyendo que estamos acompañados en esta vida.
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